miércoles, 5 de diciembre de 2007

EVOLUCION HUMANA PARA ENTENDER LA POBREZA

El ser humano presenta tres estados evolutivos generales:
· Evolución Biológica, o sea, las transformaciones anátomo-fisiológicas que a través del tiempo dieron origen a los primeros miembros de nuestra especie.
· Evolución Social, caracterizado por la producción de los diversos productos culturales, y que corresponde al Homo-Sociologicus de que hablaba Ralph Dahrendorf.
· Evolución Espiritual, en la cual el ser humano vivirá atendiendo a los conceptos morales y los valores éticos. Aquí se vivirá bajo la ley de la conciencia.
En el primer caso se vivía la ley de la selva, el hombre cazaba y era cazado; en la siguiente etapa, iniciada con la organización de grupos primitivos, ha dado lugar a la compleja sociedad de hoy. Imperaba el derecho consuetudinario en los más primitivos y la ley escrita en los más desarrollados.
Sin embargo es bueno aclarar que lo que hay es predominancia de etapas: Continúa la evolución biológica, estamos en plena evolución cultural y hay atisbos de la etapa espiritual.
En la etapa de evolución biológica, no podría hablarse de pobreza como que no existe tal término entre los animales que viven en la vida silvestre. La pobreza aparece como un producto social y en esta etapa han sido las instituciones de protección social, el verdadero amparo de los pobres.
Tampoco resulta conveniente esperar la etapa superior en que la pobreza acabaría por hermandad entre los seres humanos por imperativo moral, pues podría tardar milenios.
EL COMPROMISO DE LA IGLESIA CON LOS POBRES
Las prédicas de amor al prójimo y la caridad divulgados como principios de la práctica cristiana hacen casi dos mil años, a lo sumo ha servido para mitigar las necesidades del pobre. El texto bíblico, tan rico en referencias a la pobreza y la riqueza, oscila entre reforzamientos positivos a la pobreza (Las Bienaventuranzas según San Mateo) y reforzamientos negativos a los ricos con la amenaza de no disfrutar de los goces del cielo (Evangelio según San Lucas).
La historia más bien muestra una asociación institucional de la iglesia con la clase gobernante y las prédicas de las últimas décadas en favor de los pobres han expuesto el problema, pero han dado poco aporte a la solución.
Preocupa al ser humano la salvación de su alma, con desinterés de los sufrimientos materiales del vecino, y se ha visto que más da quien menos tiene.
La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Documento de Medellín y Puebla), clamaba por la justicia y la solidaridad, los derechos de los pobres y los oprimidos y la denuncia en favor de los débiles, lo cual valió el reconocimiento de los intelectuales, pero no subsanó el estado de las diferencias entre los de arriba y los de abajo, entre aquellos que todo les sobra y quienes todo les falta.
Pareciera entonces que en vez de dar caridad, a los pobres se les debe dar los medios para el desarrollo personal.
Para resumir, nada menos que el 80% de la población mundial vive en la pobreza Las cifras de personas que carecen de lo básico para sobrevivir con un mínimo que garantice un nivel elemental de salud son altas, como por ejemplo: más de 1,200 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable; 1,000 millones carecen de vivienda estimable; existen 840 millones de personas mal nutridas, de los cuales 200 millones son niños menores de cinco años, y 2,000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro; 880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud; y 2,000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales.
Cabe destacar que la falta de salud no es ni causa ni efecto de la pobreza, es un componente más de la misma, un hecho sustancial a ella y un parámetro que, quizás como ningún otro, ayuda a identificarla.

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